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Duelo perinatal

  • coincidir1
  • 1 jun
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 4 ago

La Organización Mundial de la Salud (OMS) limita el periodo perinatal entre 22 semanas de gestación a los primeros 28 días de vida del recién nacido. Con lo que se entiende por pérdida perinatal aquella que tiene lugar en cualquier momento de este periodo. Se incluyen las pérdidas voluntarias o involuntarias, la muerte de algún feto en embrazo múltiple y los bebés cedidos en adopción.


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Las pérdidas gestacionales son consideradas “pérdidas ilegítimas”, cuyo duelo queda desautorizado, es decir que la sociedad minimiza el valor de dicha pérdida con justificaciones como haber sido mediante interrupción voluntaria, no haberlo conocido, porque no hubo ritos funerarios o fotos para poder recordarlo, o porque no tuvo nombre, con lo que los padres y familiares cercanos pueden confundirse sobre sus propios sentimientos y evitar externarlos.

 

Es benéfico que ambos padres tengan asistencia psicoterapéutica en el proceso ya que con frecuencias las parejas cursan con problemas maritales derivados de un duelo complicado de alguno de los padres, llegando hasta un 74% de las parejas que incluso se divorcian.

 

En el acompañamiento profesional se revisan los factores que pueden llevar a un duelo complicado como el hecho de haber cursado con otras pérdidas previamente, la edad de la madre, edad gestacional, complicaciones durante el embarazo, recursos personales de afrontamiento, red de apoyo, existencia de otros hijos vivos, padecimientos físicos o mentales concomitantes, etc.

 

De igual forma se recomienda abordar aquellos temas sensibles respecto a la pérdida perinatal como el duelo por proyectos con la concepción previa de “lo que es una familia”, así como duelo de las expectativas de la vida que se llevaría con el bebé; de igual forma es recomendable un trabajo con los familiares para aprender a acompañar ya que muchas veces son quienes emiten comentarios con buen a voluntad y sugerencias bien intencionadas pero que no ayudan en el proceso a los padres en duelo con mensajes verbales y no verbales que empujan a avanzar y a sustituir de manera apresurada al no permitir la expresión de emoción.

 

Cabe la posibilidad de que se presenten consecuencias en la salud física y mental derivado de este particular tipo de duelo pasando de ser síntomas a Trastornos emocionales como estrés postraumático, depresión, ansiedad etc.

 

Es importante mencionar y considerar lo particular del proceso del duelo del padre del hijo fallecido que ya que es frecuente que sea el principal apoyo de la mujer y al ejercer el rol del cuidador primario de su pareja la atención se centre en la madre del hijo fallecido por lo que la actitud del padre subsecuentemente puede percibirse indiferente al seguir el curso de la vida tratando de atender los demás aspectos indispensables sin mostrar sus emociones a lo que socialmente ya se encuentra habituado.

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