Duelo por suicidio
- coincidir1
- 1 jun
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Actualizado: 5 ago
Vivir tras la experiencia del suicidio es una pérdida diferente porque además de todo el sufrimiento que se experimenta tras una muerte “convencional”, el ser querido que ha partido… ha elegido partir; y ese hecho provoca una ardua batalla contra sentimientos desagradables extremos porque le acompañan múltiples preguntas (en su mayoría sin respuesta).
Para los dolientes de una pérdida así, es importante al menos intentar descubrir las razones que llevaron a semejante decisión, sin embargo, es importante recordar que el suicidio tiene una multicausalidad: si bien es cierto que pudo haber existido un evento “catalizador” (el rompimiento de una relación, la pérdida de un empleo, diagnóstico de una enfermedad, etc.), es probable que sólo haya sido “la gota que derramó el vaso” y que detrás de su decisión hubiera condiciones que lo propiciaron (depresión, alcoholismo, drogadicción, impulsividad, inexpresividad, inseguridad, soledad, enojo, desesperanza, sentimiento de no pertenencia, culpa, estrés crónico, etc.), por lo que se recomienda no atribuir a algo o a alguien la absoluta responsabilidad.

La meta principal del suicidio no es terminar con la vida, sino terminar con el sufrimiento por lo que las personas que pusieron fin a su vida consideraron que morir era una alternativa menos objetable que el vivir, aunque para el resto del mundo sea: una solución permanente a un problema temporal. Se sugiere que los dolientes no intenten “ponerse en el lugar emocional” de su ser querido para empatiza con su sufrimiento, porque no se encuentran en las mismas circunstancias ni con los mismos recursos emocionales como para lograr comprenderlo. Es benéfico recordar que los problemas que son solucionables para algunos son más complejos para otros y poner en tela de juicio el sentir y pensar, de la persona que se privó de la vida podría resultar frustrante.
Es natural y esperado para el ser humano buscar certezas, y más cuando se trata de lo que ha sucedido con nuestro ser amado no obstante buscar permanentemente explicaciones exactas para entenderlo en su totalidad, puede ser una fuente inagotable de sufrimiento que, lejos de aportar al bienestar, podría frenar la aceptación de que nada cambiaría lo ocurrido.
El abordaje psicoterapéutico con los dolientes incluye herramientas para lidiar con:
Estigma por el juicio social
Ambigüedad entre querer recibir apoyo social, pero a su vez aislarse
Interpretación de notas póstumas (si es que las hubo)
Sentimientos como la culpa, enojo, abandono, frustración, etc.
Alternativas de continuar vinculados con el ser querido privilegiando recuerdos amorosos